26 de Julio

Ni los mantones de lana
ni los sobretodos raídos
abrigaron los temblores.
Flores pisoteadas
y alaridos de sirvienta,
hombres de ojos secos
y mandíbulas trabadas.
La Aldea Blanca
por unos días
es un caos de velas
y pies de barro.
Una letanía
con olor a carbón
sube desde los arrabales.
La Muerte se pasea
por la 9 de Julio
iluminada con antorchas.
Y para colmo
la Sudestada
que cala hasta los huesos

¿Quién dijo que no existe el Infierno?
La muchedumbre es
un solo pálpito que espera,
doliente.
Ella se ha muerto
y Dios sin decir ni mu
¿es que, acaso, el mundo
va a seguir como si nada?
Ha muerto la única
que besó sus llagas,
la que les hizo
pisar el mármol
y conocer los manteles
Habiendo tanto guacho, señor
venir a pasarle a ella
que era un ángel,
una Santa.
Es que no hay Justicia
para el pobre,
no hay justicia, señor.

Los desarrapados
están de luto
porque saben,
ellos saben.
Ya se les pasó
el cuarto de hora,
ya vuelven
a sus hoyos en la tierra,
a bajar la mirada
a confundirse con el paisaje.
Ya guardan
su imagen para los altares,
ya empiezan a rezarle,
ya sienten nacer
su nueva fe pagana.

Silvia Colombo

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