El Progreso de los Pueblos

La Encíclica Populorum Progressio a la que hace alusión el texto de María Sucarrat se refiere a la promulgada por el entonces Papa Paulo VI, en marzo de 1967.

Vería la luz en un mundo que había sufrido numerosos cambios. La industrialización, las dos Guerras, la Guerra Fría, la revolución de las comunicaciones y los viajes espaciales.
Era analizada con atención y recibida con recelo por los sectores más conservadores de la Iglesia.
En ella el Papa exhortaba a la necesidad de la colaboración entre los pueblos, al preocupante desequilibrio entre países pobres y países ricos, a las necesidades urgentes que sufrían los recientemente llamados países del “tercer mundo”, y la creación de un fondo mundial para asistir a los países en vías de desarrollo. Critica además tanto al marxismo colectivista como al capitalismo.

“La propiedad privada no constituye para nadie un derecho incondicional y absoluto. No hay ninguna razón para reservarse en uso exclusivo lo que supera a la propia necesidad, cuando a los demás les falta lo necesario”.
Populorum Progressio, núm 23.

En nuestro país:
“El 26 de marzo de 1967 recibieron una sorpresa . El mismo día de Pascua de Resurreccion , el Papa Paulo VI daba a conocer al mundo su encíclica Populorum Progressio. Con ansiedad , Mugica y su grupo analizaron el nuevo mensaje y se encontraron con pasajes definitivamente revolucionarios.
“El desarrollo de los pueblos y muy especialmente el de aquellos que se esfuerzan por escapar del hambre, de la miseria, de las enfermedades endémicas, de la ignorancia; que buscan una más amplia participación en los frutos de la civilización, una valoración más activa de sus cualidades humanas; que se orientan con decisión hacia el pleno desarrollo, es observado por la Iglesia con atención. Apenas terminado el segundo Concilio Vaticano II, una renovada toma de conciencia de las exigencias del mensaje evangélico obliga a la Iglesia a ponerse al servicio de los hombres para ayudarles a captar todas las dimensiones de este grave problema y convencerles de la urgencia de una acción solidaria en este cambio decisivo de la historia de la humanidad.”
“Cierto es que hay situaciones cuya injusticia clama al cielo. Cuando poblaciones enteras, faltas de lo necesario, viven en tal dependencia que les impide toda iniciativa y responsabilidad, y también toda posibilidad de promoción cultural y de participación en la vida social y política, es grande la tentación de rechazar con la violencia tan graves injurias contra la dignidad humana”.
“El mensaje caló hondo en el cura rubio pero mucho más profundo se instaló en su grupo de estudiantes, que tomaron al pie de la letra las palabras papales(…)”

En otros sectores también analizaron la nueva carta papal:

“Caggiano, el presidente Onganía y otros militares, civiles y obispos, en una reunión de gabinete, analizaron la nueva encíclica papal y tomaron partido: estaban convencidos de que el documento era una especie de manifiesto comunista. El arzobispo instruyó a Juan Carlos Aramburu, un sacerdote que el 14 de junio fue nombrado por el mismo Paulo VI como coadjutor con derecho de sucesión del cardenal Antonio Caggiano. La primera medida que tomó Aramburu, el mejor alumno del arzobispo, fue prohibir que el obispo Jerónimo Podestá [Avellaneda], a quien su opción por los curas obreros había convertido en uno de los principales oradores en los actos de la CGT, hablara en el Luna Park sobre la encíclica”.

Sucarrat Maria, op.cit.

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